El Forum de Barcelona cerró sus puertas esta misma semana. Ha permanecido abierto al público durante 141 días, y bien puede valorarse su éxito de más que discreto, además de controvertido. Para empezar, no se han cubierto las expectativas iniciales de cinco millones de visitas ni de lejos (se quedó en poco más de tres millones). Por si fuera poco, el 70% de los visitantes del Forum eran de Barcelona (40,3%) o del resto de Cataluña (30,7%), mientras que los procedentes del resto de España fueron el 21,6%. Lo más llamativo es que los visitantes extranjeros representaron tan sólo el 7,4%. Parecen unos números bastante pobres para una iniciativa que presumía de que iba a mover el mundo y a unir civilizaciones y pueblos en un evento sin precedentes. Al margen de estos datos, el Forum nació en medio de un desconocimiento e incertidumbre iniciales realmente importantes. Ni siquiera los barceloneses sabían muy bien de qué iba aquello.

Quizá lo más grave -aunque se ha intentado tapar de todas las maneras posibles- son las sospechas más que relevantes de que las supuestas buenas intenciones del evento hayan servido como excusa para una reestructuración urbanística preñada de especulación inmobiliaria. Existen muchas protestas al respecto, sobre todo de los propios habitantes del barrio, que asisten perplejos a un aumento exagerado del precio de las viviendas y a una masificación desmedida de los edificios. Un vecino denunciaba no hace mucho que "ahora que lo han arreglado, en vez de hacerlo para la gente del barrio, lo han hecho para gente de dinero; y la gente joven que se quiere comprar un piso no puede".

Como colofón no hay que olvidar el habitual componente nacional, que puede resumirse fácilmente: la chapucera prohibición inicial de pasar comida, la incapacidad para explicar el evento (que supuso una entrada inicial realmente pobre), la mala planificación, las goteras, el precio de las entradas...

Tampoco hubiera estado de más deshacerse para un acto como este del financiamiento de empresas que fabrican armas o complican aun más la contaminación ambiental, pero eso sería mucho pedir. Estamos hablando de dinero.

Evidentemente, también ha habido puntos positivos. Cabe destacar el déficit cero que espera alcanzarse con la ayuda de una subasta final de muchos de los elementos del evento, el empleo generado... Aun así, hay demasiados puntos negros que invitan a la desesperanza del "siempre acaba pasando lo mismo".

O quizá es que hoy me he levantado negativo. De nuevo.

Es curioso comprobar cómo se extiende de manera inexorable una escalada de rechazo vehemente hacia todo cuanto significa Estados Unidos, sobre todo en lo referido a su soberbia política y una arrogancia que no conoce límites. George W. Bush y su megalomanía (¿estupidez sin más?) como enviado de Dios, la crisis de Iraq, las excusas utilizadas para su invasión, los oídos sordos a las protestas de la comunidad internacional, los métodos utilizados y sus consecuencias han acelerado notablemente este proceso, pero me parece necesario recordar que todo esto viene de lejos.

Estados Unidos siempre ha sido así, o casi desde siempre. Podemos acotar al menos un periodo de tiempo relativamente reciente para echar la vista atrás. Pongamos desde el Plan Marshall, por ejemplo, hasta nuestros días. Antes se respetaba a Estados Unidos en cuanto a su eficacia legislativa, social y de derechos fundamentales, básicamente. Era un modelo a seguir en numerosos aspectos y, si bien lo sigue siendo, también es cierto que ese modelo tiene vicios anglosajones ancestrales, como un patriotismo beligerante y exagerado y un anhelo inusitado de constituirse en líder moral y militar mundial a toda costa, entre muchas otras ansias y patochadas enfermizas. La eficaz maquinaria propagandística del sistema hinchó la imagen y el modelo a exportar de Estados Unidos hasta límites insospechados en todo el mundo, y más aquí, si cabe, donde el franquismo dejó secuelas notables en cuanto a desinformación en política internacional. Por lo tanto, más allá de cuestiones actuales, me parece necesario recordar que estos vicios vienen de antaño, y que ya se han invadido otros países antes con una impunidad vergonzosa, en nombre de valores plagados de retórica, de grandes dosis de moral encubierta y sobre todo con muchas mentiras. Durante años el planeta entero ha sido seducido por un sistema ideal que paulatinamente -dentro de la aldea global aún más-, ha sido descubierto por buena parte del pueblo llano como un cúmulo de falacias y mentiras miserables.

Todo esto tiene difícil remedo. Como dice Immanuel Wallerstein en The Independent, para que este problema se solucionara "tendrían que borrarse de la memoria no sólo la invasión a Irak, sino Abu Ghraib, Guantánamo y la Ley Patriótica. Las consecuencias de esta última fueron sentidas en carne propia por muchos amantes extranjeros de Estados Unidos cuando intentaron tramitar visas o ingresar al país." No sólo eso, tendrían que cambiar muchas otras cosas que, a estas alturas, no tienen ya solución, cuestiones que están tan arraigadas en la sociedad norteamericana que es prácticamente imposible que cambien. Más aún, deberían olvidarse innumerables atropellos a otras naciones a lo largo de los años, atropellos basados en un imperialismo voraz y componentes económicos casi exclusivamente.

La pirámide de naipes se ha derrumbado, y con ella arrecia una ola de rechazo visceral que alcanza a todos los estamentos y órdenes sociales, unas veces con más justificación que otras. Los deportistas norteamericanos, por ejemplo, sufren rechazo allá donde compiten y son abucheados frecuentemente, con suma facilidad -lo hemos comprobado recientemente en las Olimpiadas-. La producción cinematográfica norteamericana sigue enviando continuos mensajes moralistas y con un tufo patriótico inaguantable. Siguen teniendo bastante éxito en el mercado interior (repleto de paletos que se creen el ombligo del mundo porque así lo han mamado), pero ya no son venerados ni seguidos fuera con tanta fascinación como antaño. Seguramente se sigue premiando económicamente la aparición de la bandera norteamericana en las películas, pero John Wayne, Rambo, sus secuelas y sus innumerables sucedáneos ya no seducen tanto al resto de las naciones. Ese tipo de héroes de la patria se han demostrado caricaturescos en un país que se salta a la torera los derechos más elementales (incluidos los humanos, de los que tanto presumieron), que no ha cosechado victorias importantes en el ámbito militar, si no más bien humillantes retiradas, y que no es el salvador de ninguna nación, sino simplemente su explotadora inmisericorde.

Este fenómeno se ha extendido a todos los órdenes sociales. Recientemente han sacado discos dos grupos de reconocido prestigio. Uno es norteamericano y el otro no, pero están unidos por un mismo mensaje. Hay que ser consciente de que también dentro de Estados Unidos ha ido creciendo un movimiento de rechazo cada vez más importante. Muchos estadounidenses se han dado cuenta de que el sistema no funciona, de que todo el mundo les vuelve la espalda con indignación y repulsa... y empiezan a comprender por qué.

Os adjunto los ejemplos de los que os hablo. Se trata de los últimos lanzamientos de los grupos Green Day, de California (que por supuesto ha sido convenientemente censurado) y Rammstein, alemanes. En el caso de los segundos, adjunto una breve traducción, gentileza de mi amigo Lerones, porque el alemán no es tan conocido como el inglés.

Amerika

Estamos todos viviendo en Amerika
Amerika es maravillosa
Estamos todos viviendo en Amerika
Amerika
Amerika

Cuando se baila, quiero llevar la batuta
También cuando giráis solos
Dejaros controlar un poco
Os mostraré lo bien que puede funcionar esto

Formamos una querida escuadrilla
La libertad suena en todos los violines
La música proviene de la Casa Blanca
Y ante París está Mickey Mouse

Estribillo

Conozco pasos que sirven de mucho
Os protegeré de los traspiés
Y quien no quiera bailar al final
Ni siquiera sabe que tendrá que bailar

Formamos una querida escuadrilla
Os mostraré qué dirección tomar
Hacia Africa va Santa Claus
Y ante Paris está Mickey Mouse

Estribillo

Estamos todos viviendo en Amerika
Coca-Cola, Wonderbra
Estamos todos viviendo en Amerika
Amerika
Amerika

Esto no es una canción de amor
Esto no es una canción de amor
No canto en mi lengua madre
No, esto no es una canción de amor

Estribillo

Estamos todos viviendo en Amerika
Coca-Cola, a veces guerra
Estamos todos viviendo en Amerika
Amerika
Amerika

Un amigo me ha enviado hoy una sorprendente noticia recogida en la página web de Cadena Ser. Copiaría exactamente el texto, pero está bastante mal redactado e incluso tiene faltas de ortografía, así que prefiero haceros una síntesis de cosecha propia.

La cuestión es que, en 1997, un sacerdote de Rotterdam fue denunciado por la familia de una niña de 12 años, pues había abusado sexualmente de ella durante bastante tiempo. El sacerdote fue condenado a un año de prisión y, con el fin de evitar un escándalo, el obispado prefirió entregar algo más de 45.300 euros a la familia. Ahora resulta que, pasados unos años, decide reclamar esa cantidad (el soborno, hablando en plata) a la aseguradora que cubre desde hace 50 años a la Iglesia holandesa, y justifica su petición aduciendo que los gastos causados por abusos sexuales deben ser reembolsados de la misma manera que lo son los accidentes laborales. Ni corto ni perezoso, ha interpuesto una demanda civil contra la aseguradora Aegon para reclamarle la devolución de 100.000 florines (45.378 euros de hoy).

La compañía se ha negado a pagar aduciendo "que los abusos de menores nunca pueden ser cubiertos por una póliza", según informa El País. El conflicto ha supuesto además la ruptura de Aegon con la Iglesia católica de Holanda, después de haberla asegurado durante medio siglo.

Yo añadiría algo, pero... francamente, no me parece necesario.

España ha vuelto a ser asolada de nuevo por multitud de incendios a lo largo del verano, en una constante de la que somos tensos espectadores año tras año y a la que nos hemos visto obligados a acostumbrarnos, dadas las circunstancias.

Más del 90% de esos incendios son provocados. Las especies arbóreas más dañadas tendrán que esperar para regenerarse hasta 200 años, según las previsiones del ingeniero de Montes Santiago Vignote, en referencia al incendio de Huelva, en el que además murieron dos personas calcinadas por el fuego. Al margen de pérdidas humanas y de flora, en cada incendio mueren cientos de pequeños mamíferos y reptiles, decenas de animales de cierto tamaño y decenas de miles de insectos, entre otras especies. Son también datos a tener en cuenta, al margen de los habituales. Pero no es cuestión de entrar en detalles en este sentido, sino de intentar conocer qué se está haciendo para evitar el problema en sí, un problema que en el fondo no es más que otra de las múltiples vertientes de la insaciable codicia humana, como casi siempre.

¿Cómo se combaten actualmente estos delitos? A lo largo de los años han ido viendo la luz con cuentagotas numerosas medidas efectivas, como la posibilidad de prohibir la recalificación de terrenos en los 30 años siguientes a un incendio o la confiscación de madera para evitar su utilización en trapicheos variados. ¿Qué podría hacerse para mejorar lo que hay? Quizá aumentar el número de efectivos que luchan contra los incendios, fundamentalmente de los Cuerpos de Bomberos adscritos a las Diputaciones Provinciales, y una coordinación más efectiva.

Según la Ley de Montes de 2003, el órgano competente de cada Comunidad establecerá las medidas encaminadas a la retirada de la madera quemada y a la restauración de la cobertura vegetal afectada. Sin embargo, a estas alturas, sólo la mitad de las Comunidades Autónomas tiene regulación propia sobre bosques quemados, y el resto ha dispuesto medidas propias diversas que podéis conocer con más detalle aquí. En numerosos casos no se tiene en cuenta la intencionalidad de los incendios sino, sobre todo, sus efectos. Como resultado de esto nos encontramos con resultados tan dispares como este: se detiene al presunto autor de 42 incendios en Pontevedra y se le deja en libertad con cargos, ya que en la actual legislación no es obligatorio que los pirómanos ingresen en prisión. En otro caso, con 15 incendios, el imputado es ingresado en prisión.

Como podéis observar, siguen existiendo numerosas trabas, competencias demasiado diferentes, intereses y vacíos legales que condenan este problema a muchos años de permanencia., como suele ser tristemente habitual en gran número de cuestiones de primera importancia. Hay demasiados flecos sueltos en la tramitación de este tipo de delitos, y se trata de asuntos muy graves y muy habituales como para encontrarnos en pañales ante ellos.

Supongo que pido un imposible, pero en realidad no creo que sea tan complicado dedicarle un poco de tiempo a los problemas serios en lugar de a la descalificación constante y las soflamas para idiotas a que nos tienen acostumbrados nuestros políticos. Al fin y al cabo, les pagamos para lo primero principalmente.

Supongo que muchos de vosotros os acordaréis de Kirk Cameron, uno de los protagonistas, al margen de cierta filmografía adicional, de Padres Forzosos, esa serie que se emitió por televisión entre 1985 y 1992 con gran éxito. Pues bien, hoy me han enviado este enlace: www.wayofthemaster.com, y me ha sorprendido al encontrarme al señor Cameron implicado en el asunto.

Echad un vistazo y completad el recorrido si podéis. Merece la pena, sobre todo si elegís la opción NO y queréis ampliar vuestra capacidad de asombro ante lo enfermizo del comportamiento humano. Con cosas como estas está claro que el grado de evolución humana es a menudo inexistente. Hace siglos los planteamientos de la religión cristiana eran exactamente los mismos, el miedo. La única diferencia es que antes no tenían Internet.

No os digo más. Mejor que lo experimentéis sin aditivos. Ya me contaréis cuando os repongáis de la impresión.