La Ley de la Calidad de la Enseñanza -calidad de la que, por cierto, estamos más que necesitados en este país desde hace tiempo- se ha reducido por ahora a vender un poco de humo voluble, a entorpecer la enseñanza pública en la medida de lo posible (en beneficio de la privada, claro) y a adecuarse a los designios del oscuro poder episcopal que, como siempre, aprovecha la coyuntura más ventajosa en beneficio y rédito propio.
Ahora resulta que se va a equiparar la asignatura de religión con el resto, haciéndola incluso computable para la nota media, desde Educación Primaria hasta el Bachillerato, cuando ya parecía superada la bochornosa presencia de ese tipo de enseñanza en los planes de educación de nuestro país. Bastante la sufrimos ya los de nuestra generación para que ahora recobre un protagonismo que realmente parece, a estas alturas, una broma pesada. ¿Estamos evolucionando o alternamos pasos de baile al son de las circunstancias? Uno se pregunta qué puede aportar la enseñanza de una fábula ficticia manipulada a unos chicos que lo que quizá necesiten más a su edad es, sobre todo, un poco ética y moral básica no adulterada a través de la que guiar sus indecisos primeros pasos por la vida, pongo por ejemplo.
A mí al menos me sirvió de mucho en su momento. De la de religión ni me acuerdo, pero cuando tenía 16 años nos dieron un año de ética (se podía escoger, y yo no dudé ni un momento) y en clase tratábamos temas como el rechazo frente a los enfermos de SIDA, la violencia doméstica, la evolución de la sociedad en términos de igualdad... Estoy convencido de que aquella asignatura nos hizo ser a todos un poco mejores y más transigentes, más cercanos a la realidad de lo que hubiéramos estado en cualquier momento aprendiendo por ejemplo a ser esclavos del miedo ante lo desconocido porque sí, o a rechazar a los homosexuales porque lo pone en un libro.
Uno se pregunta qué va a ocurrir con los alumnos venideros, en su mayoría inmigrantes y cada uno con su credo legítimo. De momento se les va a imponer el catolicismo y el catalán. A eso le llamo yo una integración consecuente.
Se esconde bajo la mesa y te mira de reojo, espera el momento de saltarte al cuello. En la mochila guardo el billete en pesetas que entregué al barquero. Dime tu nombre y te llevo al otro lado, dice, no quiero más pago que disfrutar de tu compañía en este viaje. Sube al caballo la mentira y, a la grupa, la confusión se deja el pelo suelto. Llora la piedra manantiales de silencio, visita guiada a través del tiempo grabado en la roca. No toques su piel, robará tu ambición. La camisa sudada, los calcetines sucios, opresión en el pecho, controla la respiración o cae. Mecidas en la corriente se marchan las nubes de tu tormenta, rotas por mil piedras, por mil hielos. Veo en el techo perros, dragones, demonios, sirenas, me marea su transformación. Busco en el libro la página, guardo en la palabra las formas, me arrepiento, me desconozco. Guiña la tarde su prepotencia, brindan al aire su estulticia con desparpajo, qué orgullosas, qué estúpidas, qué infantiles. Tiro por tierra mis ilusiones donde germinan y crecen contra natura, no puedo sentirme desterrada si fuera del mundo estoy en mi casa.
El señor Pujol se descolgó el martes con unas declaraciones cuando menos sorprendentes, pues reprochó la actitud de algunos trabajadores suramericanos del sector de la restauración ante la lengua catalana. Recordó además que este idioma se enfrenta a un "riesgo de regresión" debido en parte a la nueva inmigración y su desconocimiento de esta lengua. El colectivo ecuatoriano, a través de sus representantes, se limitó a advertir que, como es lógico, hay otros problemas más urgentes.
Uno se pregunta qué coño hablaban los catalanes que emigraban a Alemania.
Mientras tanto, al otro lado del charco, un informe oficial de EEUU admite abusos a centenares de detenidos tras el 11-S. Ya lo sabíamos, desde luego, en Guantánamo, pero parece que la cosa no ha quedado ahí. Más de 760 extranjeros fueron encarcelados durante meses por violar las leyes de la inmigración, sin un abogado, y algunos fueron incluso amenazados de muerte, supongo que por aguerridos agentes unicejos de Wisconsin.
La cosa se repartió entre el Departamento de Justicia y el FBI, su brazo armado. Fueron tratados con "excesiva severidad", encarcelados durante meses sin posibilidad de acceder a un abogado y acusados injustamente de terrorismo. Muchos de ellos permanecieron durante ese tiempo en celdas minúsculas con 23 horas seguidas de luz, inmovilizados con esposas y grilletes, sin saber de qué se les acusaba. En algunos casos sufrieron maltrato físico y verbal.
Por supuesto, os podéis imaginar quien andaba detrás de esto, el fiscal general John Ashcroft, amiguito personal e íntimo de Rumsfield y, por extensión, de Bush. Lo peor de todo es asistir a la respuesta de Departamento de Justicia: "No nos disculpamos por haber buscado todas las formas posibles de proteger al público americano de futuros atentados". Ahí queda eso.
A mí se me revuelven las tripas con cosas como estas, tan incipientes en nuestros días. Cada vez se actúa con mayor impunidad en este sentido. Ni siquiera se molestan ya en maquillarlo con apariencia de normalidad democrática.
El país de las libertades, se atreven a decir... qué huevos los suyos.
En estos días funestos, parece que no salimos de una tragedia para entrar en otra. Primero el accidente del avión de transporte de tropas en Turquía y ayer el choque entre dos trenes en Chinchilla, (Albacete). Por si fuera poco, una última hora habla de un choque de un camión y un autocar en Córdoba.
El motivo de estas líneas no es analizar la cuestión, sin duda fortuita, sino cómo se afrontan estas catástrofes desde el punto de vista informativo, sobre todo desde el de determinados grupos mediáticos, los de siempre, sobra mentarlos.
Ayer noche me enteré de la catástrofe escuchando la SER, y no había transcurrido ni medio minuto del anuncio cuando José Ramón de la Morena se descolgó con un bochornoso "vaya, yo pensaba que viajar seguro en tren era de interés nacional". Qué vergüenza. Es increíble la superficialidad de este comentario, totalmente deleznable y fuera de lugar, y la facilidad con que, gratuitamente, se desvían las tragedias hacia el terreno político a la mínima oportunidad. No me extrañaría escuchar "deslices" similares en Tele 5 y Canal + en breve, haciendo sorna a costa de los muertos en lugar de centrarse en lamentar lo ocurrido.
Esta mañana se aducía que la causa más probable era un error humano del Jefe de Circulación de Chinchilla, pero eso no importa cuando se trata de sacar rédito de debajo de los muertos. Últimamente está más de moda que nunca.
Mientras tanto escucho los datos del paro de mayo en Antena 3 y TVE1, y claro, España va estupendamente. Hay que ver cómo crecemos, comparándonos alegremente con Alemania o Francia. Dentro de nada seremos el carro de Europa, como Raúl en la selección.
"Mejor sería que los politicastros hiciesen examen de conciencia y contaran las veces que han aprobado en el Parlamento (con el culo pegadito a la poltrona) recortes en las partidas presupuestarias destinadas al ejército"
Esta frase la pronuncia la actriz Anna Lee en Fort Apache, la película de John Ford, y la utiliza Juan Manuel de Prada para construir un artículo en ABC acerca del lamentable fallecimiento de 62 soldados españoles en Turquía la semana pasada, al estrellarse el avión en el que viajaban.
Dice cosas que me parecen muy justas, como esta: "Sus féretros, expuestos bajo el sol impávido, componían una imagen devastadora que hacía inútiles las palabras.. Cubrían los féretros, a guisa de crespones, banderas de España, las mismas banderas que tanta urticaria provocan a los politicastros que a cada poco se enzarzan en discusiones bizantinas y se la cogen con papel de fumar, alegando que la exhibición de dicho símbolo puede herir ciertas sensibilidades. Mientras ellos debaten asuntos tan enjundiosos y esenciales para el devenir de la Humanidad (con el culo pegadito a la poltrona), los soldados mueren en los arrabales del Atlas.
Es muy bonito ponerse ahora a discutir si el avión ucraniano que ha sido su tumba cumplía las exigencias mínimas de seguridad; mejor sería que los politicastros hiciesen examen de conciencia y contaran las veces que han aprobado en el Parlamento (con el culo pegadito a la poltrona) recortes en las partidas presupuestarias destinadas al Ejército; mejor sería que contasen las veces que han honrado con su desdén chusco y sus velados vituperios a los soldados, de los que han logrado imponer una imagen caricaturesca, como de antigualla sobreviviente del fascismo. Pero cuando llega la ocasión de salir en la foto, ensayando pucheritos atribulados, los tíos despegan el culo de la poltrona y se disputan un puesto de preferencia.
Esos soldados que ha muerto representan lo mejor de nosotros mismos: la entrega samaritana sin esperanza de recompensa, la silenciosa generosidad, el riesgo asumido como callado deber. Mañana los politicastros que fueron a Torrejón para salir en la foto ya los habrán olvidado (...)."
Creo que hay poco más que añadir. Sólo quería expresar mi homenaje a las personas que con tanta entrega y sufrimiento discreto alivian la injusticia y la barbarie de otros pueblos necesitados, sin más recompensa que el propio placer de hacer bien su trabajo. Después de lo que ha costado profesionalizar el ejército y convertirlo principalmente en una fuerza de intervención humanitaria, no creo que nuestros soldados se merezcan medios obsoletos y defectuosos mientras nuestras autoridades viajan confortablemente y sin miramientos presupuestarios.
La Ley de la Calidad de la Enseñanza -calidad de la que, por cierto, estamos más que necesitados en este país desde hace tiempo- se ha reducido por ahora a vender un poco de humo voluble, a entorpecer la enseñanza pública en la medida de lo posible (en beneficio de la privada, claro) y a adecuarse a los designios del oscuro poder episcopal que, como siempre, aprovecha la coyuntura más ventajosa en beneficio y rédito propio.
Se esconde bajo la mesa y te mira de reojo, espera el momento de saltarte al cuello. En la mochila guardo el billete en pesetas que entregué al barquero. Dime tu nombre y te llevo al otro lado, dice, no quiero más pago que disfrutar de tu compañía en este viaje. Sube al caballo la mentira y, a la grupa, la confusión se deja el pelo suelto. Llora la piedra manantiales de silencio, visita guiada a través del tiempo grabado en la roca. No toques su piel, robará tu ambición. La camisa sudada, los calcetines sucios, opresión en el pecho, controla la respiración o cae. Mecidas en la corriente se marchan las nubes de tu tormenta, rotas por mil piedras, por mil hielos. Veo en el techo perros, dragones, demonios, sirenas, me marea su transformación. Busco en el libro la página, guardo en la palabra las formas, me arrepiento, me desconozco. Guiña la tarde su prepotencia, brindan al aire su estulticia con desparpajo, qué orgullosas, qué estúpidas, qué infantiles. Tiro por tierra mis ilusiones donde germinan y crecen contra natura, no puedo sentirme desterrada si fuera del mundo estoy en mi casa.
El señor Pujol se descolgó el martes con unas declaraciones cuando menos sorprendentes, pues reprochó la actitud de algunos trabajadores suramericanos del sector de la restauración ante la lengua catalana. Recordó además que este idioma se enfrenta a un "riesgo de regresión" debido en parte a la nueva inmigración y su desconocimiento de esta lengua. El colectivo ecuatoriano, a través de sus representantes, se limitó a advertir que, como es lógico, hay otros problemas más urgentes. 
Mientras tanto, al otro lado del charco, un informe oficial de EEUU admite abusos a centenares de detenidos tras el 11-S. Ya lo sabíamos, desde luego, en Guantánamo, pero parece que la cosa no ha quedado ahí. Más de 760 extranjeros fueron encarcelados durante meses por violar las leyes de la inmigración, sin un abogado, y algunos fueron incluso amenazados de muerte, supongo que por aguerridos agentes unicejos de Wisconsin.
En estos días funestos, parece que no salimos de una tragedia para entrar en otra. Primero el accidente del avión de transporte de tropas en Turquía y ayer el choque entre dos trenes en Chinchilla, (Albacete). Por si fuera poco, una última hora habla de un choque de un camión y un autocar en Córdoba.
"Mejor sería que los politicastros hiciesen examen de conciencia y contaran las veces que han aprobado en el Parlamento (con el culo pegadito a la poltrona) recortes en las partidas presupuestarias destinadas al ejército"
