Me llaman la atención ciertas cuestiones acerca de la igualdad que, no importa de qué partido provengan, son claramente injustas, pero me llama aún más la atención cuando provienen de partidos "de izquierdas" que lo que pretenden, supuestamente, es enmendar injusticias por desigualdad, para considerar a los ciudadanos bajo un mismo paraguas de oportunidades.
El PSOE, a través de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, está potenciando la paridad de sexos en múltiples cuestiones de relevancia, como las listas electorales. Al mismo tiempo, el tripartito catalán gravará los combustibles con el impuesto máximo permitido por la ley, con objeto de recaudar fondos para la sanidad pública catalana. Los dos hechos me parecen igualmente desafortunados e injustos, y más cercanos a la retórica, por no decir la demagogia fácil, que a cualquier intento de arreglar desigualdades. En el primer caso, me parece tremendamente desafortunado intentar paliar las diferencias de sexo a través de la imposición de fríos porcentajes de participación, en los que no se premia la capacidad de las personas, sino un aberrante "cupo". Y que a estas alturas estemos con estas... Por si fuera poco, ZP se descuelga con la ingeniosa observación de que esto significa "el principio del fin del machismo". Perplejo se queda uno con tamaña estupidez.
En el segundo caso, volvemos a caer en otro error recurrente: recaudar impuestos que favorecen a todos mediante la recaudación selectiva, esto es, que paguen unos pocos (los conductores) por algo de lo que se van a beneficiar todos.
La demagogia política es lo que tiene: a menudo puede terminar siendo más injusta que la propia situación que supuestamente pretende remedar.
Me molesta sobremanera el recurso fácil del acorralado, la salida bochornosa y autocomplaciente a través de acusaciones gratuitas, de clichés de indefensión barata. Es tendencia común en nuestra sociedad, reflejo de su creciente pobreza moral, y sería un tema interesante de analizar en profundidad. Por el momento me limito a exponer algunos ejemplos que a mi juicio reflejan lo miserable de este tipo de conducta.
Me entero esta mañana de que el autor de "Me cago en Dios" ha decidido, por presiones diversas, cambiar el título de la obra por el de "Me cago en la censura". De esta manera se escuda en el manido tema de la censura y la represión, que suele dar mucho juego. Alguien debería decirle a este individuo (un mamarracho, por otra parte), que por encima de las libertades de creación están las libertades individuales, la educación y el respeto hacia los demás, y debería decírsele a más de uno de una vez por todas, porque empieza a resultar irritante el tema. No es que a mí me importe mucho la cuestión religiosa, pero no es ese el quid. Nos saltamos a la torera todo tipo de respeto elemental, y luego acabamos pidiendo ese mismo respeto hacia nuestra mala educación, aduciendo que lo contrario significa censura. Es bochornoso.
Lo que más molesta es que si el título hubiera sido "Me cago en Alá", como varias personas apuntaban como hipótesis hace unos días, la obra hubiera sido retirada con una celeridad asombrosa, pero es lo que tiene la moral selectiva de lo políticamente correcto. Cuidado con eso, es un arma muy peligrosa.
El segundo ejemplo es el de Farruquito, esa joya de la sociedad que permite conducir a su hermano menor sin carnet un BMW sin seguro. Por si fuera poco, atropellan a una persona inocente y se dan a la fuga. Primera defensa que oigo de varios allegados al interfecto cuando se carga contra él por mor de su grave irresponsabilidad: "todo eso es por racismo". Sin palabras se queda uno, y ellos tan anchos. Otro de los recursos fáciles más habituales, igual de enojoso.
Un caso particular, aunque completamente a la inversa, es el de la estatua de Santiago matamoros. De repente, de la noche a la mañana, alguien decide que es irrespetuosa y es retirada. Entiendo que pueda llegar a ser molesta para alguien en casos especiales, muy especiales, casos en que se pierda de vista por completo que se trata de una obra de arte que lleva siglos en el mismo sitio, y que todo pueblo debería asumir su pasado con naturalidad y, sobre todo, cierta racionalidad. Hay monumentos que podrían resultar de alguna manera ofensivos a mansalva repartidos por todos los rincones del planeta. Un poco de cordura en este sentido, de simple sentido común, no estaría de más a la hora de analizar estas cuestiones. Quizá pido demasiado, no lo sé.
Al final todo acaba siendo parte de lo mismo; ya se ha hablado largo y tendido acerca de episodios parecidos en este foro, como los anuncios de Boccatta.
Este mediodía, mientras comía en un restaurante, he leído en el periódico la sorprendente noticia de que EEUU han interrogado a un chico por dibujar a Bush vestido de diablo en el instituto. "El instituto llamó a la policía, y la policía llamó a los servicios secretos: "Tenemos localizado a un chico de 15 años que ha dibujado al presidente Bush vestido como el diablo y lanzando un misil, bajo el lema 'Acabad con la guerra contra el terror'". Los servicios secretos se tomaron tan en serio la amenaza que enviaron a sus hombres hasta el instituto de Prosser, estado de Washington, para interrogar al niño, a sus profesores y a sus padres".
Juro que no salí de mi asombro en un buen rato. Incluso me sonreí nerviosamente, completamente anonadado. Seguí leyendo. Lo que aparecía a continuación eran las breves declaraciones de un amigo del chaval, seguramente con más cerebro que cualquiera de los tipos de los servicios secretos -que parecen estar para esto y para hacer controles en los aeropuertos a toro pasado, pero no para lo realmente importante- que detuvieron a su colega: "Si un chaval de 15 años en Prosser se considera como una amenaza para el presidente, entonces es que vivimos en 1984, tal y como vaticinó Orwell".
Aparece el director del instituto: "Nosotros llamamos a la policía cada vez que nos preocupa la conducta de algún alumno. Por qué no hablar con el chico, o para qué llamar a los padres, incluso... No, primero los tanques, la conducta mentalmente lúcida es siempre el último recurso, y el menos efectivo desde el punto de vista represivo. Continúa el educador: los dibujos que provocaron la alarma eran "una representación gráfica de la violencia". Vaya menos mal, a quién se le ocurre tamaña afrenta, por Dios. Como no ve mutilaciones a la carta todos los días el muchacho en los 200 canales de casquería de una gran multinacional multimedia cuyos propietarios son altamente puritanos y castos, o en las pelis del Steven Seagal... no sea que se nos vaya a desviar del buen camino haciendo un dibujo, o enseñando un pecho, vaya usted a saber.
Este es el sistema que se exporta (e impone) a todos los países como modelo de civilización garante de las libertades y los derechos y no sé qué soflamas más. Afortunadamente, Dios ha enviado a Norteamérica para guiar nuestros pasos bárbaros.
Dice Federico Luppi lo siguiente en suplemento El Cultural, en una entrevista que le hacen:
P: ¿Recuerda qué fue lo que le impulsó a dedicarse a la interpretación? R: La realidad era muy fea. P: ¿Y qué es lo que le impulsa ahora? R: La realidad sigue siendo muy fea. P: ¿Ha perdido la esperanza de cambiarla? R: Peor que eso. Tengo la absoluta convicción de que el hombre nunca va a cambiar y que, salvo matices de conducta según cada época, expresa de diferentes modos la misma condición.
Sobre eso mismo, con matices, llevo tiempo escribiendo, e intento plasmarlo en una novela cuya construcción se dilata irremisiblemente, supongo que hasta que la madurez de los años me permita terminarla con el grado de "redondez" que pretendo para ella.
P: ¿Cuáles son sus esperanzas entonces? R: Que las buenas cosas las haga la mejor gente.
Otra vieja idea que en su día reflejé en un artículo de este cuaderno de notas. Nuestro sistema político y social tiene cosas buenas y malas. Una de las peores es que, como se ha demostrado, cualquier cretino puede influir por su posición en cuestiones trascendentales que ni siquiera alcanza a comprender y que afectan sensiblemente al grupo en general. Lo atrevido de la ignorancia, que por estas tierras es todo un deporte de masas. Y no hablo del pueblo precísamente, que ese es otro tema, sino de aquellos que se supone que deciden nuestros designios.
Hoy en día cualquiera lo hace; en tiempos fueron los sabios.
Me llaman la atención ciertas cuestiones acerca de la igualdad que, no importa de qué partido provengan, son claramente injustas, pero me llama aún más la atención cuando provienen de partidos "de izquierdas" que lo que pretenden, supuestamente, es enmendar injusticias por desigualdad, para considerar a los ciudadanos bajo un mismo paraguas de oportunidades.
Me molesta sobremanera el recurso fácil del acorralado, la salida bochornosa y autocomplaciente a través de acusaciones gratuitas, de clichés de indefensión barata. Es tendencia común en nuestra sociedad, reflejo de su creciente pobreza moral, y sería un tema interesante de analizar en profundidad. Por el momento me limito a exponer algunos ejemplos que a mi juicio reflejan lo miserable de este tipo de conducta.
Este mediodía, mientras comía en un restaurante, he leído en el periódico la sorprendente noticia de que EEUU han interrogado a un chico por dibujar a Bush vestido de diablo en el instituto. "El instituto llamó a la policía, y la policía llamó a los servicios secretos: "Tenemos localizado a un chico de 15 años que ha dibujado al presidente Bush vestido como el diablo y lanzando un misil, bajo el lema 'Acabad con la guerra contra el terror'". Los servicios secretos se tomaron tan en serio la amenaza que enviaron a sus hombres hasta el instituto de Prosser, estado de Washington, para interrogar al niño, a sus profesores y a sus padres".
Dice Federico Luppi lo siguiente en suplemento El Cultural, en una 
