Cuaderno de notas
martes, febrero 3  

¡Pechos fuera!

Como todos los años, tuvimos jornada de SuperBowl con calzador, como si el hecho de que sea visto por no sé cuántos millones de espectadores significara algo para el ciudadano medio español. Por supuesto, hubo profusión de muestras patrióticas, de banderitas, de héroes, de terroristas amenazantes detrás de cada esquina y de otros métodos de propaganda mediática y colonizadora igualmente habituales.

Lo que nadie esperaba era ver un pecho de Janet Jackson en directo, en todo su esplendor. Por supuesto, se apagaron las luces, los televidentes se llevaron las manos a la cabeza, se clamó al cielo con vehemencia y la puritana sociedad norteamericana se rasgó las vestiduras convulsionada, como si el mismísmo Belcebú se hubiera aparecido sobre aquel maléfico púlpito.

Cuando en 1987 Sabrina se destapó entre violentos ataques de hipo ante nuestras púberes miradas, el país sufrió una convulsión, pero de sorpresa y de chascarrillos divertidos en bares y similares al día siguiente. Fue un bombazo, todo hay que decirlo, pero no se montó la que se ha montado y se va a seguir montando en Estados Unidos con el tema. No al menos desde el punto de vista moral. Hablo del siglo pasado, pero ya sabemos que en el país de la libertad todo esto es distinto. La doble moral puritana y ultraconservadora no concibe el hecho de que un pecho se vea por televisión. Eso sí, tener dos rifles y una 38 especial en casa no supone debate moral alguno.

Por supuesto, el pezón de la señorita iba escrupulosamente tapado, como por casualidad, lo que hace pensar que todo fue un montaje, una operación de marketing, pero... ¿hay algo que no sea marketing en Estados Unidos?

21:37 | Zemanski |

viernes, enero 30  

La mano, el brazo y las entrañas

Una de las numerosas conductas que alejan al hombre de la virtud, cuyo número y mezquindad parecen incrementarse peligrosamente en proporción a la consolidación del tan manido "estado del bienestar", es el hecho de proyectar problemas y deficiencias sobre el prójimo con absoluta facilidad, como si de esta manera se exculpara el comportamiento propio. Parece que acusando a los demás de algo que sabemos que hemos hecho mal tuviéramos, por una extraña ecuación mental, más razón que aquel que nos acusa.

Estos días estamos asistiendo a otro de los esperpentos a los que nos tiene acostumbrada nuestra clase política. Lo de "clase" es por decir algo, evidentemente. Dicen que un pueblo tiene la clase política que se merece, y no lo dudo. Indicios y coincidencias son suficientemente indicativos.

Todo surge de tiempo atrás en realidad, de los días en que el PP pactaba con nacionalistas para poder gobernar en las circunscripciones adecuadas. Una vez que se les ha dado la mano, el brazo, y parte de las entrañas a los nacionalismos, dotándolos de armas políticas y jurídicas para hacer lo que les viene en gana y dar rienda suelta a sus ansias de poder, ahora nos rasgamos las vestiduras escandalizados, como si nos pillara por sorpresa. Todos sabíamos quiénes eran Arzalluz y Pujol hace 10 años, y lo seguimos sabiendo ahora, y a pesar de todo mantenemos tragaderas para deglutir pronunciamientos bochornosos que quedan totalmente impunes. Fruto de toda esta bajada de pantalones constante durante años es, por ejemplo, que en cualquier Telediario nacional tengamos que tragarnos que Lérida es Lleida, que desaparezcan banderas de los Ayuntamientos con la más pasmosa naturalidad, la vergonzosa reinvención de la Historia, al más puro estilo 1984, con su correspondiente reflejo en los libros de texto de unos escolares que crecen engañados y seducidos por mentiras y un odio alimentado artificialmente. Otra cosa es que nuestros políticos se hicieran los despistados por cuestión de rédito político. O que algún ciudadano no se enterara de la evidencia, que también puede ser, pero siempre hemos sabido quiénes eran estos personajes, qué querían y con quién estaban conchabados.

Pues bien, lo mismo pasa ahora con Carod-Rovira. Este personaje no ha hecho otra cosa que lo que ya hizo en el pasado en muchas otras ocasiones, así que nadie debería escandalizarse tanto. Quien se acuesta con extremismos se levanta con excrementos, eso ha pasado siempre. En el colmo del despropósito, el PSOE, que sólo ha recogido lo sembrado, ni más ni menos, en lugar de reconocer su error desvía la atención de este gravísimo asunto hacia el PP, como siempre, y se permite pedir explicaciones acerca de la actuación de los servicios secretos (en relación con un acto de ilegalidad, no lo olvidemos) o acusa de electoralismo, y se queda tan ancho. Para qué variar el discurso. Por todo esto comenzaba hablando de la proyección de los errores propios como método de defensa. Desde el primer día Maragall se agarró a todas estas armas para no asumir su enorme irresponsabilidad. Cuánta demagogia. Cuánta hipocresía y qué desvergüenza.

El PSOE quiso montar uno de esos gobiernos "de progreso", y el progreso ha acabado en un vanguardista "no pasarán". Con gente de este calibre no vamos a ninguna parte, salvo hacia atrás. Se dice que España es el país más descentralizado de Europa. Seguramente también sea la nación más asolada y manipulada por los intereses económicos autonómicos.

14:48 | Zemanski |

martes, enero 6  

La estrategia del miedo

Los ciclos históricos y las mezquindades de los sistemas políticos se repiten tan a menudo, y en tan corto intervalo de tiempo, que uno se pregunta si el supuesto animal racional por excelencia no será en realidad el más estúpido de todos.

Estados Unidos, la autoconvencida y autoproclamada policía del mundo "porque yo lo valgo" ha puesto en marcha una serie de medidas encaminadas a proteger a su país de unas "amenazas terroristas" que al parecer brotan por doquier sin que sus "servicios de inteligencia" sean capaces de averiguar de dónde o hacia dónde con un mínimo de precisión, y menos eficiencia o credibilidad aún. Estos son los sólidos argumentos en que los norteamericanos se basan para poner en práctica una serie de medidas tan absurdas como ineficaces y generalmente ilegales que están revolucionando a medio mundo estos días por sus evidentes signos externos cercanos a la paranoia.

Si uno echa un vistazo al pasado de Estados Unidos, se encuentra rápidamente con episodios similares, estrategias políticas encaminadas a sembrar el terror entre los ciudadanos. La Guerra Fría, la amenaza comunista... Uno se acuerda especialmente en estos días de la celebración de los 50 años de McCarthy y de la madre que lo parió. Los métodos de atropello de aquellos días no distan mucho de los que sufrimos hoy en día. Y por poner un ejemplo, sólo. Por eso, entre otras cosas, decía que la memoria histórica del hombre es realmente pobre y vana.

Pero volvamos a nuestros días. La cadena televisiva Fox, muy cercana a las posturas conservadoras del presidente Bush, transmite constantemente advirtiendo de la amenaza terrorista a través de "revisiones" de la situación al minuto, cada cual más sorprendente, arbitraria y totalmente sesgada.

Con esta estrategia del miedo, de diversas ramificaciones que no me parece necesario resaltar, se ocultan muchas otras cuestiones que no interesa airear: el flagrante atropello de los derechos humanos de Guantánamo, la noticia de que Cheaney, político y amiguito de negocios de Bush, ha estado estafando al ejército norteamericano vendiéndole combustible con un sobreprecio de 20 céntimos por encima del resto de los proveedores, la inutilidad de los servicios de inteligencia de los EEUU, etc.

¿Qué se gana con todo esto? Este año hay elecciones generales en EEUU. El partido republicano quiere tenerlas todas consigo, y sabe que necesita animar un poco el cotarro en torno a ciertas temáticas que domina y siempre le son favorables en las urnas. Si hay conflicto, guerra, amenaza terrorista o un peligro latente, aunque sea inventado, los conservadores tendrán argumentos para seguir en el poder y desarrollar esa política tan democrática de sheriff sudista. Paralelamente, se aumentarán los presupuestos del ejército, el gasto armamentístico, la explotación petrolífera y otros mercados similares muy afines a los grandes capos republicanos cercanos al presidente Bush.

Por si fuera poco, en medio de este caos absurdo aprovechan para "invitar" a terceros países a que introduzcan policías armados en sus pasajes, porque ellos, dioses y señores del mundo, lo han decidido así. O implementan absurdos sistemas de control de extranjeros; vergonzosos, ilegales y, sobre todo, ineficaces. Por cierto, gran gesto el de ese juez brasileño que ha hecho lo mismo en Brasil con los ciudadanos norteamericanos que quieran viajar a su país. Si todos hicieran los mismo... Bueno, los países nórdicos ya se negaron al principio, pero es que ellos de democracia no entienden. Lo gracioso es que el turista medio norteamericano se ofende por este atropello a sus derechos básicos. "Mire usted, es que yo soy estadounidense y estoy por encima del bien y el mal, y extiendo la llama de la libertad por el mundo con esta visita. Deberían estar agradecidos". Pero claro, esto no ayuda al desarrollo económico del país, y supongo que Lula acabará anulando la medida. Es el precio que tienen que acabar pagando siempre los débiles, por encima de la dignidad. Triste realidad.

Un ejemplo similar y muy esclarecedor, aunque haya pasado más inadvertido, es el de Berlusconi y la amenaza de un atentado contra el Vaticano estas navidades. Qué curiosas similitudes de método, ¿verdad?

A todo esto, nadie ha establecido aún los mismos rigurosos sistemas de control para las entradas marítimas y los embarques. Quizá algún avezado miembro del FBI debería echar un vistazo a El quinto jinete.

En fin, que uno hace una reflexión sobre todo esto y siente escalofríos al darse cuenta de que realmente no hay mejor manera de explotar un lamentable suceso por parte de un político como todo lo que se ha hecho con la excusa del 11-S.

12:57 | Zemanski |

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